Es el momento de reflexionar sobre lo que el covid-19 ha provocado
Escribir estas líneas en un blog de emprendimiento ha sido deprimente, pero el desahogo es, a veces, tan necesario como el respirar aunque sea con un montón de letras.
Un virus inesperado, un Estado de Alarma impensado y una situación de incertidumbre que no nos deja ver más allá de unos días pero miles de reflexiones han aflorado durante este confinamiento, compartidas por muchas otras personas, que te hacen ver y entender muchas cosas; en este caso, la sociedad desde otro punto de vista mucho más crítico.
El confinamiento me ha hecho darme cuenta de que el mundo esta dividido, podríamos decir, en dos cualidades; la coherencia y la incoherencia, que divide a su vez a la sociedad, mostrando a la sociedad coherente y a la sociedad incoherente.
La sociedad incoherente es aquella que se ha mostrado "molesta" por un Estado de Alarma que le ha trastocado sus "planes" (vete tú a saber qué planes), que ha pensado en ella misma (porque otra cosa no sabe hacer), que no ha respetado unas normas marcadas para salvar vidas (entre ellas, la suya), que no sabe distinguir entre necesidades y caprichos, que no tiene sentido de la responsabilidad (¿para qué? si para responsables ya están otras personas), que han salido a aplaudir a los balcones (porque queda bien), y a las calles cuando todo el mundo estaba confinado, por supuesto sin justificación alguna más que su propio egoísmo. Una sociedad que se ha desmarcado totalmente de la solidaridad y del esfuerzo de otras personas como han sido los sanitarios, transportistas, dependientes, los cuerpos de seguridad del estado, el personal de limpieza... que ha hecho mucho más de lo que imaginaban que podían hacer.
Se han desmarcado de la sociedad coherente.
Una sociedad muy diferente a la antes descrita. Una sociedad coherente que ha luchado hasta quedarse sin fuerzas por parar esta pandemia, que se ha quedado en casa, que se ha preocupado y sufrido por personas que ni conoce, que se ha asustado, que ha seguido trabajando para evitar hacer esta crisis aún peor, que ha salvado parte de la insolidaridad de la sociedad incoherente, que ha demostrado empatía, responsabilidad, calidad humana y conformismo, y que no se ha quejado, aún con motivos para hacerlo.
Porque no todo es culpa de las altas esferas. Porque nosotros y nosotras, como ciudadanos y ciudadanas, también tenemos la responsabilidad de solucionar problemas, pero eso va en la educación y en el sentido común de las personas, algo mucho más barato que el dinero en sí, que cualquier moneda, pero mucho más difícil de conseguir.
No hace falta ser inteligente para entender la situación que estamos viviendo, hace falta ser coherente. La pobreza mental existe, y posiblemente sea más difícil enmendar que la pobreza económica.
Pero hay que aprender a vivir con ella, al igual que con el virus.
Gracias a las personas coherentes por ser como son, y por comportarse como lo han hecho. Si avanzamos, es por vosotros y vosotras.
A las incoherentes, no os preocupéis, siempre habrá alguien que os ayude, y que os haga sombra...

Comentarios
Publicar un comentario